Thomas Muster tardó 27 años en alcanzar su objetivo máximo. Ya era sin dudas el rey del polvo de ladrillo, pero en 1995 llegaba a París como invencible. Nadie lo pudo derrotar ese año, alzó cinco títulos y llevaba 28 victorias consecutivas sobre arcilla. Se podía especular que llegaría quemado tenísticamente al segundo Grand Slam del año debido a la gran cantidad de partidos que llevaba jugados. Sin embargo fue una topadora a lo largo de las dos semanas.
En el camino a la final el único que lo complico fue el español Albert Costa en cuartos de final, lo llevó a cinco sets y el austriaco lo ganó 6-2. También derrotó a Gerard Solves (FRA), Cedric Pioline (FRA), Carlos Costa (ESP), Andrei Medvedev (UKR) y en las semifinales barrió a Yevgeny Kafelnikov (RUS) en sets corridos. En el partido decisivo lo esperaba Michael Chang, el campeón más joven de la historia del torneo. Luego de levantar un 2-5 en el primer set, ganó 7-5, 6-2 y 6-4 en poco más de dos horas. Fue una maquina como lo había sido durante toda la temporada, lo que le valió el apodo de Musterminator.
Muster había obtenido su mejor resultado en Roland Garros en 1990 cuando cayó en semifinales ante el posterior campeón Andrés Gómez y había obtenido 27 de sus 28 títulos sobre esta superficie. El Abierto francés se le hacía esquivo, era lo que necesitaba para coronar una carrera fenomenal. Si se habla de lucha y garra, el austriaco es experto en la materia y debió batallar varios años para conseguir su objetivo máximo: “Desde que era muy pequeño imaginaba que cada golpe que daba en la pista era un match point de Roland Garros, hasta que ha llegado este domingo y he conseguido el match point del objetivo de mi carrera”, reconoció luego de la victoria ante Chang. Sin embargo, su lucha más difícil se produjo en 1989 cuando sufrió un accidente automovilístico, provocado por un conductor ebrio, que destrozó la rodilla izquierda y lo sacó seis meses de las canchas. Unos años más tarde era el mejor de todos.
Competidor incansable, el austriaco quiere demostrar y demostrarse que aún puede dar algo de pelea en el circuito y luego de once años de ausencia este año volvió al ranking jugando torneos Challengers.
Si habláramos de grandes jugadores sobre polvo de ladrillo, el eje iría sobre tres zurdos: Guillermo Vilas, Thomas Muster y Rafael Nadal. Obviamente sin excluir a Bjorn Borg, seis veces campeón de Rolanga. Ese 11 de junio el austriaco no iba a dejar pasar la oportunidad de meterse en este selecto grupo y todo el sufrimiento tuvo un final hollywoodense.
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