Ya se ha hablado mucho de los logros y la enormidad dentro del tenis de Rafael Nadal. Y en lo que tiene que ver con su vida fuera de las canchas, poco se conoce. Se lo ve como una persona serena que no entra en conflictos ni escándalos y no se lo ve con signos de rebeldía en el deporte.
Sin embargo hace poco más de un año y medio, a principios de 2009, realizó una fuerte crítica al mecanismo de control de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, según las siglas en ingles). La describió como una “cacería intolerable”, que los hacen sentir como criminales y que “no es justo recibir una persecución como esta”.
La WADA el año pasado puso en funcionamiento la regla de “paradero”, la cual obliga a los tenistas de elite –ubicados en el top 50- a reportar su localización una vez al día dónde estarán a una hora determinada, por un período de tres meses. Si cambian su paradero, están obligados a informarlo a las autoridades. Asimismo, aquellos que violen este código tres veces en 18 meses serán sancionados.
Es clara la misión persecutoria que quiere llevar a cabo la organización anti doping, plantea una especie de estado de sitio con tintes orwellianos sobre los jugadores. Como plantea George Orwell en su obra máxima, 1984, un Estado totalitarista que controla todo y donde sus habitantes viven bajo un estricto dominio de su figura más importante, el Gran Hermano. La novela muestra a este Estado introduciéndose en los lugares más íntimos de los ciudadanos. Esta grandiosa observación sobre el poder, pone a su protagonista Winston Smith en la búsqueda de lugares privados fuera de los alcances de la telepantalla, para verse con su amor, Julia. Estos mecanismos de persecución buscaban mantener quieta a la sociedad, infundir el miedo y que ninguno de sus miembros intente el más mínimo cambio en sus vidas. Mediante la ideología del Ingsoc lleva a cabo este control dictatorial.
La WADA, en el 2005, llegó a su pico máximo en su utopía orwelliana. Creó el sistema ADAMS que permite el monitoreo online constante de los deportistas. Es muy probable que John Fahey, presidente, y todo el comité de la Agencia Mundial Antidopaje, tengan a la novela de Orwell como su obra literaria de cabecera y a ciertos mecanismos del Estado que allí se plantean como ejemplo.
Es necesario que figuras como el número uno del mundo se pronuncien contra esta actitud policiaca de los controles. Nadal ha sido un crítico constante de la regla desde siempre. “Me parece una falta de respeto a la intimidad”, finalizó el español.
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